Esta noche casi caliente de recuerdos y ausencias se ha
llenado de fantasmas, ha empezado sin querer con una visión irreal en
duermeduerme, se apareció, abuela, tomando mi mano pequeña y febril,
musitando una letanía, a los pies de la cama, a los lados, en la cabecera,
pues nunca te abandonarán, pues nunca te han de abandonar
pues nunca te abandonarán, pues nunca te han de abandonar
Mario primer amigo primera identidad, espejo en la que te
encuentras, no estás solo, se marcha a Larache, desde su casa en unos bajos de
la calle Alejandro Covarsí, chau buen amigo, han pasado todos estos años y solo
me queda el roce de aquel dolor inexplicable
Tío Manolo, gobernando un Daimler-Benz de posguerra, con
mástiles delanteros acabados en rojas bolas, río Ardila, grava y siempre una picadura
liada en la comisura, viajes infinitos en un seat 1400, que acabaron en Córdoba
con mas fantasmas y soledades, nocturnos de faros escasos, árboles pintados y
tardes de silencio, radios y chicharras, alquitrán, grano en el silo, olor a
hierbabuena, olor a bodega, a pienso de gallinas, a relámpagos salvajes, a
ozono de la calma
El tiempo cambió en Brenes, una entrega inusitada, un deseo
poco a poco dirigido, bestias de almas, tantos abducidos, tantos entregados,
qué espanto y locura nacida del propio miedo.
Esta noche casi caliente quiso comenzar trayendo espíritus y
medias verdades, pero como una mala tormenta no llegó ni a medio metro, ave
maría purísima
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