Tiempo en Zaragoza

viernes, 6 de julio de 2012

Ardila



















Esta noche casi caliente de recuerdos y ausencias se ha llenado de fantasmas, ha empezado sin querer con una visión irreal en duermeduerme, se  apareció, abuela, tomando mi mano pequeña y febril, musitando una letanía, a los pies de la cama, a los lados, en la cabecera,

pues nunca te abandonarán, pues nunca te han de abandonar

Mario primer amigo primera identidad, espejo en la que te encuentras, no estás solo, se marcha a Larache, desde su casa en unos bajos de la calle Alejandro Covarsí, chau buen amigo, han pasado todos estos años y solo me queda el roce de aquel dolor inexplicable

Tío Manolo, gobernando un Daimler-Benz de posguerra, con mástiles delanteros acabados en rojas bolas, río Ardila, grava y siempre una picadura liada en la comisura, viajes infinitos en un seat 1400, que acabaron en Córdoba con mas fantasmas y soledades, nocturnos de faros escasos, árboles pintados y tardes de silencio, radios y chicharras, alquitrán, grano en el silo, olor a hierbabuena, olor a bodega, a pienso de gallinas, a relámpagos salvajes, a ozono de la calma

El tiempo cambió en Brenes, una entrega inusitada, un deseo poco a poco dirigido, bestias de almas, tantos abducidos, tantos entregados, qué espanto y locura nacida del propio miedo.

Esta noche casi caliente quiso comenzar trayendo espíritus y medias verdades, pero como una mala tormenta no llegó ni a medio metro, ave maría purísima

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