Tiempo en Zaragoza

miércoles, 29 de febrero de 2012

Félix Romeo






















LF era nuestro barrio, cuando el gordo subía a Torrero para dormir por la cosa aquella de los objetores, desde el Paso, pasaban los días, con Bizén y la doña, el jefe Don Vicente que estás en los cielos, Nieves jr estudiando en el rincón, con los habituales, el constans, angelito balay, el viejo, labrisson, lobezno, amador, santi, choan, chabier, las hermanas sisters, ramón de las setas und servei, la rana y esas partidas a caraperro, las partidas de ajedrez, pepito sick brains plus novias plus cuti more and more rocanrol de cuandoentonces, gitanazos entre toda esa música ratonera que ponía ese inacabable panasonic doble pletina, qué vida pura vida incapaces de saber, we are not the champions,

y ahora el escrito precioso, del propio Bizén Ibarra, junior, lo mas bonito que he leído dedicado a nuestro amigo Félix, de cuando éramos, aquellos tiempos tan hermosos, aquellos mismos tiempos en que no teníamos cámaras que dejaran retratadas nuestras vivencias

Sí, ya sé que el título es quizás algo prosaico para lo que quiere ser una remembranza de un amigo en el día de su primer no-cumpleaños, pero es que es así: Le debo cincuenta euros a Félix.

Cuando Oscar me comunicó su muerte me quedé frío, luego hablé con Ismael y empecé a tomar cierta consciencia pero sólo me enteré realmente de lo que estaba pasando cuando recordé mi deuda de cincuenta euros, de cincuenta euros y de muchas cosas más. Me di cuenta de que no los devolvería nunca, de que toda mi vida llevaré los cincuenta euros, y muchas cosas más, de Félix.

“Carneros”, titula Derrida un libro-trascripción de una conferencia en la que evocaba al amigo-contrincante muerto, a Gadamer. Derrida estructura su peculiar necrológica en torno a un poema de Celan (otro amigo muerto) y fundamentalmente en el último verso:
El mundo se ha ido.
Yo tengo que llevarte.
La pérdida, la ruptura, el duelo y la deuda, la ininterrupción, el diálogo interno con el otro (aún muerto); la infinitud al fin. Horizontes infinitos, inmensos, como Félix.

Volveremos a estar en ese pequeño pupitre de parvularios pintando los mejores alfanjes y entonces tampoco entenderé esa sensación de cómo que te debo algo.
El mundo se ha ido.
Yo tengo que llevarte Félix.




en este enlace un mejunje de los que entonces disfrutábamos, Jesús "lobo" López Club Eléctrico, ahí ese Bunbury tocando el sitar y Eva Amaral a coros, todo un documento, Constans ; pa matalos pero pa querelos,

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