Tiempo en Zaragoza

domingo, 19 de febrero de 2012

elogio del gitano















En la prensa digital es frecuente encontrar, cuando en alguna relación aparecen los gitanos, verdaderos nazis que les echan en cara su vagancia, sus ayudas, etc; gente resentida que necesitan del distinto para identificarse. No entro jamás en esos detalles, incluso en ocasiones hasta los mismos gitanos coinciden en esas apreciaciones sobre gente de su etnia a la que llegan a llamar arapahoes.

Muchos olvidan que hace tan solo una generación en la cual los gitanos (al menos en el Norte de España) se han empezado a incorporar con cierta regularidad a la escuela, a la sociedad mas o menos organizada. Hasta entonces han sido muy ribereños y nómadas, y desde luego brutalmente perseguidos. Los gitanos han sido condenados a galeras por su condición, se les negó su lengua (se les cortaba el órgano si les escuchaban hablar en su lengua, los niños eran víctimas propicias para delatar a sus mayores, con ello cercenaron el idioma en la familia), se imaginan esto en ....??) Eran enviados a las minas de azogue por miles (dónde morían en pocos años) En tiempos recientes se les aplicaba sin más la ley de vagos y maleantes.

Un gitano viejo, el Bolo, padre del que fuera cantante de los Combays, se había criado en las graveras de Zaragoza como se conocía a un campamento pre Quinta Julieta, y él me contaba cómo cuando había riadas los gitanos esperaban que pasara algún balinchó (cerdo) muerto e hinchado por el río para cogerlo y padentro, otro gitano viejo, el cantaor Tejuela me decía, mientras al tomar un cafelito la tele daba pruebas de natación, que era lo que mas le gustaba, la natación;y ante mi asombro me explicó que de crío nadaban en los ríos y cogían truchas con papeles, era ribereño en las tierras de la cordillera asturleonesa; a mucha honra soy canastera, le contaba la Mikana a Chano Lobato en La Corrala mientras éste comía lo que ella había preparado estupendamente, camino de Huesca donde actuaría por última vez en esta tierra. Todos ellos vivos, todos ellos criados en las orillas de los ríos, y ahora ya necesitamos que sepan lo que es una chaise longue y un don capullo, páseme el pan, por favor.

Esto que sigue son unos párrafos entresacados de Papur, una obra extraordinaria (literatura en estado puro) de ese escritor anómalo pero brutal que es Francisco Ferrer Lerín

Siempre hubo cerdos. Pequeñas piaras que hozaban en el barro marginal de las vegas. Y siempre hubo gitanos. Ambas categorías, cerdos y gitanos (entonces errantes) confluían en los enterramientos de los primeros; las cuadrillas aparecían siempre a la semana cuando la maceración era la justa: un suculento bocado que así se paladeaba en su punto. Pero los cerdos, tras el fin de los siglos de humedad, regresaron, y lo hicieron con singular poderío: grandes granjas porcinas promocionadas por los pienseros y que proveían a los campos de excesivos purines y a los buitres leonados de sustanciosas viandas. Y en ese momento de la historia, antes de las nuevas prohibiciones de la Unión Europea pero con la gitanería acuartelada ya en los suburbios de las grandes urbes, pude contemplar a una mujer alta, cimbrada, de edad imposible, íntegramente enlutada, la última gitana exenta, inmersa en una maraña de aves y mamíferos necrófagos, con un cuchillo barbero laminando el pernil de un verraco en el muladar del camino de Abay. Al alejarse, levantando pequeñas nubes de polvo, con la hoja y la carne ocultas bajo las ropas, tuve la impresión de que acababa una era, que estaba ante una imagen irrepetible, pero esta segunda aseveración no iba a ser cierta,; desapareció sí, al doblar el recodo, tras un inmenso olmo, pero ahora, pasados los años, ya sin cadáveres porcinos, ya sin buitres, alimoches y milanos, su imagen sigue ahí, petrificada: el olmo, como todos los de su especie, también muerto, ha cambiado el gris del tronco por la oscuridad mas absoluta y, según como dé la luz, es posible, para un espíritu despierto, reconocer la figura de Avelina Maya Maya en trance de huida, con la dulce pitanza, hacia ninguna parte

Termino con este poema de Julio Donoso (un anómalo vate maño) dedicado a los gitanos: helo aquí

4 comentarios:

Ferrer Lerín dijo...

Gracias por citarme. Sólo una pequeña corrección, el pueblo es Abay (no Albay), hoy pedanía de Jaca. Un saludo.

nen nen dijo...

Corregido, y muchas gracias por su comentario; si me encuentro con usted en otra ocasión le pediré que me diga qué puso en su dedicatoria. Un fan fatal

carrascus dijo...

Me sumo a su elogio de los gitanos, Sr. Nen; en mi juventud siempre ha habido a mi alrededor muchos de ellos. E incluso les debo indirectamente (o muy directamente en realidad) mi afición por la música. Aquello debió ser sobre 1964 o 65 más o menos...

En la manzana de casitas bajas del Polígono de San Pablo de al lado mía vivían unos gitanillos y una de las niñas, (algo mayorcilla que yo) pasó un día corriendo por delante de mi casa como alma que lleva el diablo en dirección a la casa del Malaca (el único vecino que tenía tele), gritando “los beatles… los beatles… (ella no decía bítels, sino be-atles, tal como se escribe)… que están saliendo en la tele los beatles….” Yo no tenía ni puta idea de lo que decía, pero como aquello parecía al menos curioso pues empecé a correr yo también a ver qué era merecedor de tal alboroto… y al entrar en la casa y ver en la tele a aquellos extraños melenudos cantando aquello tan pegadizo de ye-ye-yé… mi vida sufrió un drástico cambio en lo que respecta a gustos musicales, que me temo que todavía, ya casi en la mitad de la cincuentena, me dura. Y por eso le envío mi agradecimiento siempre que lo recuerdo.

nen nen dijo...

ola carrascus, gracias por el magnífico comentario que hasta hoy no he subido por mor del jaleo internauta, me encanta lo de los beatles, un gitano al que hago referencia en la entrada (el Bolo padre) decía el canal más al referirse al que llamamos plus, grandes en su simplicidad