Tiempo en Zaragoza

sábado, 1 de marzo de 2008

Gaspar de Utrera





















Se ha marchado como tantos flamencos, días antes de que le hicieran un homenaje (Diego Carrasco, Dorantes, José Mercé, Tomás de Perrate..) con el que paliar una situación económica cortita y con soda (a ese estilo tradicional)

Tuve la suerte de verlo en directo en Sevilla, hace unos años, y entró y salió como un torbellino, pero qué rajo y pureza, madre. Lloré, emocionado, en el silencio de la oscuridá del público. Por eso, porque he escuchado a estos cantaores bohemios y libres no puedo con las latas, con las conservas, ya sean de marca o de las llamadas blancas.

No sé si el era cortito en palos, pero sus tientos, sus siguiriyas, sus bulerías y cuplés al estilo de Utrera son una mina de cante por derecho

Gaspar decía que tenía rota la voz del hambre que pasó, y siempre se dijo que podía haber ganado dinero y tal, sino hubiera vuelto a su pueblo, a su Utrera, de la que salía poco. Las cosas de Gaspar.

Los buenos aficionados lo pudieron ver en Francia, en Madrid –allí estuvo bastantes años en los tablaos-, en bienales, en fin, en aquellos sitios donde se cuece buen arte.

Quizá una de sus últimas apariciones fue en su pueblo, en el potaje que ofrecieron en homenaje a Alejandro Sanz, con el que sale en esta foto. Alejandro, que entiende de esto del flamenco ya sabía a que árbol se arrimaba

En fin, seguimos perdiendo a los nuestros, aunque muchos ni se enteren: por ejemplo, ni El Mundo ni Público le han dedicado una línea. Es mas importante que fallezca uno que fuera batería de Jimmy Hendrix o que Marianne Faithfull venga a Madrid. Sin desmerecer, ñores y ñoras, Gaspar era un bohemio, “un hippie flamenco” como ha dicho de el su primo-sobrino Tomás, un hombre con sus rarezas pero con un cante que se puede escuchar en sus grabaciones, y al que podemos ver vía, como no, youtube, y también en las ediciones en DVD que andan por ahí en las tiendas.

Unas letras de mi amiga Estela Zatania(hola Estela) sobre su presencia en Mont de Marsan, el año 2003, que ilustran a las claras como era este cantaor al que también amamos.


entra Gaspar de Utrera. Imposible exhibir menos artisteo. Despistado y gruñón, murmura alguna queja y se acomoda al lado del guitarrista Antonio Moya que le da la entrada por tientos. Y sale el milagro de esa voz. El primer 'ay' penetra sin piedad en lo más interior de todos los presentes con un palo que este cantaor siempre convierte en grande, y ningún ojo se atreve a apartarse del cantaor. Si Gaspar otorga tanta importancia a los tientos, de poco sirve buscar adjetivos para describir el nivel de sus siguiriyas. Ese torrente de voz, ahora templada por las fatiguitas de los años, lastima y conmueve como ninguna otra. Habiéndose entregado de esa manera, acaba con una letrita de taranto y unas bulerías casi simbólicas. Así es Gaspar de Utrera y bendito sea.”

Por siempre.

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